Cada temporada, el mismo ritual; bajar las cajas y fundas de lo más alto del armario, sacar la ropa que con tanto mimo guardé, rezarle una novena a San Judas Tadeo {patrón de los casos difíciles y desesperados} y empezar a probarme... y como siempre, volver a colgar las prendas que el año pasado ya no me servían y que positivamente sé, seguirán sin servirme.
Como veis, soy el pragmatismo hecho carne.
Acumular prendas que no se corresponden con mi talla, es una de las muchas peculiaridades absurdas, obtusas y retorcidas de mi mente, pero con el paso de los años, he comprendido que lo hago por tres motivos: primero, para torturarme psicológicamente por no dar la talla {nunca mejor dicho} segundo, por mantener viva la esperanza de que un día, gracias a una estricta dieta a base de plancton o una intervención divina, me vuelvan a servir y tercero, por puro sentimentalismo.
Después de repetir durante años la misma operación y conociéndome mejor, he asumido que no es divertido torturarse, que mi voluntad no funciona, que el milagro Mariano no llegará nunca y que la ropa no tiene sentimientos, así que, con ayuda de mi sentido común, he decidido echarme una mano.
Me ha dicho {mi sentido común} que esas prendas sólo son trampas que esperan que mi autoestima esté pidiendo clemencia para cruzarse en mi camino y machacarme y es que, encontrarse face to face con una prenda trampa, puede ser muy chungo. Mi mente olvida que hace cuatro veranos, la prenda ya no me servía, lo único que entiende es que no estoy llevando la vida adecuada {sana y deportiva} así que, después de deprimirme unos minutos, la guardo {one more time} convencidísima de que este año, después de unas semanitas a base de pollo a la plancha y unas cuantas caminatas, me volverá a quedar como el día que la compré... cuatro años atrás. El inconsciente optimismo, que peligroso es.
La experiencia me dice que eso, además de poco probable, no es sano. Conclusión, cambio de método.
En el mismo instante que decidí dejar de mortificarme con las prendas trampa, tuve un flashback. Me ví leyendo una revista Elle, mientras esperaba mi turno en la peluquería. En ese momento no lo supe, pero ahora lo tengo cristalino, esos 5 minutos de lectura cambiaron mi vida y abrieron mi mente de chimpancé, porque a la gente corriente como yo, que no distinguimos unos Jimmy Choo de unos Manolo Blahnik no se nos habría ocurrido en la vida una idea tan brillante como ésta:
"Deshecha la ropa que no has usado las dos últimas temporadas. Sé realista, sólo te ocupan espacio y lo necesitas para tus nuevos hallazgos".
Se conoce que mi subconsciente almacenó esa información, fácilmente olvidable, intuyendo que más adelante, sería vital. La piel de gallina, oye
No mencionan los kilos de más, los michelines o las cremalleras reventonas, no sé si es porque no se refieren a las prendas que nos quedaron pequeñas o porque lo consideran de mal gusto {que no me extrañaría tratándose de la revista que se trata} o puede que estén hablando de esas prendas que nos siguen sentando bien pero las tenemos más vistas que el tebeo y aún así, no nos deshacemos de ellas por lo que os decía más arriba del sentimentalismo. Por otra parte, parece que en lugar de hacer sitio para algo de ropa, están hablando de buscarle hueco a un tanque anfibio; yo no tengo el vestidor de Carrie Bradshaw pero, ¿cuánto espacio necesitan un par de pantalones, unas sandalias, un vestido largo y un blazer? {mis nuevas futuras adquisiciones para este verano}
Aún así, y más que nada por salud mental, este año, como habréis podido adivinar, he desterrado mis prendas trampa y sólo he dejado lo que de verdad voy a usar ¡qué liberación!
Y esto es todo amigos, no le voy a dar más vueltas, no porque no quiera, sino porque no se puede, es imposible, la idea original no da más de sí.
Como veis, soy el pragmatismo hecho carne.
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Después de repetir durante años la misma operación y conociéndome mejor, he asumido que no es divertido torturarse, que mi voluntad no funciona, que el milagro Mariano no llegará nunca y que la ropa no tiene sentimientos, así que, con ayuda de mi sentido común, he decidido echarme una mano.
Me ha dicho {mi sentido común} que esas prendas sólo son trampas que esperan que mi autoestima esté pidiendo clemencia para cruzarse en mi camino y machacarme y es que, encontrarse face to face con una prenda trampa, puede ser muy chungo. Mi mente olvida que hace cuatro veranos, la prenda ya no me servía, lo único que entiende es que no estoy llevando la vida adecuada {sana y deportiva} así que, después de deprimirme unos minutos, la guardo {one more time} convencidísima de que este año, después de unas semanitas a base de pollo a la plancha y unas cuantas caminatas, me volverá a quedar como el día que la compré... cuatro años atrás. El inconsciente optimismo, que peligroso es.
La experiencia me dice que eso, además de poco probable, no es sano. Conclusión, cambio de método.
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"Deshecha la ropa que no has usado las dos últimas temporadas. Sé realista, sólo te ocupan espacio y lo necesitas para tus nuevos hallazgos".
Se conoce que mi subconsciente almacenó esa información, fácilmente olvidable, intuyendo que más adelante, sería vital. La piel de gallina, oye
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Aún así, y más que nada por salud mental, este año, como habréis podido adivinar, he desterrado mis prendas trampa y sólo he dejado lo que de verdad voy a usar ¡qué liberación!
Y esto es todo amigos, no le voy a dar más vueltas, no porque no quiera, sino porque no se puede, es imposible, la idea original no da más de sí.
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{Y pensar que estuve a punto de coger el Hola!}
SIENTO QUE NO HAYA BANDA SONORA, GROOVESHARK ESTÁ EN MANTENIMIENTO
SIENTO QUE NO HAYA BANDA SONORA, GROOVESHARK ESTÁ EN MANTENIMIENTO
Jajaja, menos mal que no cogiste el hola porque sino... yo todos lo años hago mínimo 2 limpias de ropa: me sirve de terapia, hago sitio en el armario para las cosas nuevas y me deshago de las prendas trampa 8aunque aún guardo unos vaqueros que si pierdo algo de peso me entran...)
ResponderEliminarCreo que todas tenemos unos vaqueros de esos... malditos!
Eliminarpues yo guardo guardo guardo... y de repente un día, tiro un montón d cosas! pero de las viejas viejísimas. Por que soy muy de reutilizar, y descoser, y meter y poner botones... así que tengo un trastero que ni el almacén de zara!
ResponderEliminarEn fin, que tengo que hacer limpieza..
Eso está muy bien, ojalá yo tuviera las mismas ideas costuriles y mientras tengas sitio en el trastero, ¡aprovecha y guarda! =D
Eliminarufff yo dentro de poco tendré que hacer el ritual, que parece mentira con el calor que hace y todavía tengo en el armario jerséis de lana, que solo de verlos me cae la gotita de sudor. Yo soy como tu, y creo que como la mayoría de la población, hay ropa que no la puedes tirar, aunque sepas en lo más profundo de tu ser que nunca más te vendrá ni te la volverías a poner...Pero para mi lo peor no es eso, esa ropa la pongo en un rinconcito y casi ni la veo, lo pero es esa ropa que te encanta, que te quedaba genial y ahora, de repente, por arte de magia, ya no te queda igual!!!!!!! o simplemente...no te queda!!!
ResponderEliminar¿Ya estás de vuelta? ¿qué tal París? ahora me paso por tu casa para ver que tal todo y sí, es triste que la ropa no "crezca" al mismo ritmo que una, snif
EliminarHola guapa! creo que este año te copio, porque lo de la tortura ya me tiene cansadita... además tenemos que pensar que esa ropita que no nos sirve para otra gente es un milagro. Dejo la ropa en alguna ONG y me quedo super agusto... ya verás ;-)
ResponderEliminarBesines
Y tan a gusto, ya lo creo!
EliminarUn beso linda =D
Yo odiaba hacer el cambio de armario, ahora como vivo en una casa en verano y en otra en invierno, por estudios no porque sea rica jaja, me lo ahorro. Pero sí que es una tortura, así que tu a lo tuyo sin hacer caso a nadie
ResponderEliminarbesos
Jo, así sí, lo que daría yo por no tener que hacer el cambio de ropa... y por tener dos casas jejejeje
EliminarUn beso
Estoy totalmente de acuerdo contigo, todos los años me resisto a deshacerme de la ropa que durante varias temporadas no me he puesto pero al final acabo guardándolas con la predisposición de POR SI ACASO, que nunca llega claro.
ResponderEliminarEste año he vuelto a hacer lo mismo.....!!
No escarmiento y me sigo aferrando a la idea de que al final algún día me la volveré a poner.
Un beso vecina
Pues te aconsejo que dejes el porsiacaso y te decidas por optimizar, verás que cambio y que liberación, además, es estupendo para desarrollar la imaginación, con menos ropa hay que combinar más para "disimular" la falta de stock.
EliminarUn beso vecina
P.D. tengo pendiente el premio
Jaja, es buenísimo! Yo lo que hago es coger las prendras que creo que será difícil que me ponga (pero que me da pena tirar), las meto en una caja, y si al final de la temporada no he ido a buscarlas, es porque realmente su destino no es mi armario. Si echo mano de alguna de ellas, queda indultada (aunque es muy probable que la próxima temporada repita suerte).
ResponderEliminarUn beso
Oye, que buena táctica no se me habría ocurrido, lo pongo en práctica de ahora en adelante porque ya llevé la ropa a la parroquia.
EliminarBesos
Hola acabo de descubrir tu blog y me ha encantado cómo nos cuentas tus aventuras con el armario, ¿quién no se siente identificada? Yo desde luego que sí, todos los años lo mismo, jeje. Y es que... ¿y si algún día me vale? Saludillos y ¡Feliz martes!
ResponderEliminarCreo que esto de ir guardando la ropa que no nos vale y sacarla una y otra vez a cada cambio de temporada, y volver a guardarla por si acaso el año que viene....ese año que nunca llega... es algo muy difundido entre el género femenino. No sé si es por cariño, porque tenemos espacio en casa, porque nos da pereza o porque no queremos reconocer que los años pasan y los kilos no bajan y el cuerpo se deforma, sobretodo después de los embarazos. Este es mi caso, dos embarazos, casi 44 años, cariño a algunas prendas que además están nuevas como salidas de la tienda, espacio en casa... pero por fin llegó la mudanza y una casa más pequeña. Así que todas esas prendas que me torturaban con su etiqueta talla 34/36 o que mi marido me ha traido de sus viajes de trabajo (nunca acierta el pobre con mis gustos, y eso que soy fácil de conocer: adicta al negro, sólo pantalones, y escotes en V) han cambiado de dueña. Menos mal que tengo una cuñada monissima que todo le sienta absolutamente bien, da igual el color y/o el modelo todo le queda genial. Así que este verano mi armario unicamente alberga lo que me gusta, que me vale y que me sienta bien. Ah, y me queda espacio para las rebajas....
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